Referéndum en Egipto

El pasado sábado fue en todo Egipto un día excepcional donde los haya. 18 millones de personas acudieron a votar un referendum, muchos de ellos por primera vez, en una convocatoria organizada por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en un tiempo record, apenas dos meses después de la revolución.

La decisión acerca de las enmiendas a la Constitución de 1971, propuestas por un comité constitucional que debían votarse en bloque, fue dividiendo progresivamente el país en dos opiniones a cerca de su futuro. Aquellos a favor del sí, los que se oponían alegando que los cambios propuestos no eran suficientes y algunos de los propuestos no aseguraban suficientemente el proceso abierto hacia las elecciones parlamentarias y presidenciales previstas en otoño. Sorprendía encontrar en cenas o encuentros jóvenes discutiendo entre ellos los pormenores de las enmiendas constitucionales y recitando las prioridades y calendarios de la gestión electoral. Eminentes profesores en ciencia política como Amr Hamzawy inundaban literalmente de público la sala de conferencias en la biblioteca de Alejandría la misma semana anterior a la cita electoral. Las posiciones se desgranaban: el miedo a una contrarevolución provocada por la victoria del sí por unos o la incertidumbre que provocaría el resultado negativo por otros. Y mientras todo esto era tema estrella de conversación en estos ambientes, en la calle se respiraba necesidad de volver a la normalidad en los trabajos, a la seguridad. Cabía preguntarse si la política egipcia había entrado en una fase real de transición...

Y ante ello la ciudadanía egipcia mostró una significada participación del 41%. Sorprende pensar que formalmente estamos barajando similares porcentajes de participación que en las pasadas elecciones en las que es sabido, nadie se movilizaba a pesar de los datos oficiales. Y las diferencias no eran pocas. De entrada los medios. El día anterior Maryse recibía un SMS que aconsejaba llevar el bolígrafo de casa para que de este modo, no se pudiera borrar a posteriori y cambiar así el resultado. Todos llamaban a todos en Alejandría para constatar una organización extraordinaria de las votaciones. La anécdota que circulaba por la ciudad y daba fe de la excepcionalidad de la situación, mencionaba como los egipcios estaban contentos porque era la primera vez que firmaban y no tenían que pagar nada… Y sin embargo el uso del SMS o de las redes sociales se convierte pronto en un arma de doble filo. El viernes se lanzó además un complot para no llamar por teléfono, en un boicot contra compañías telefónicas que habían apoyado el apagón de móviles durante la revolución. Los mismos SMS o Facebook habían sido utilizados estas semanas por el ejército para desmentir rumores o para tranquilizar a la población. En estas elecciones se ha mostrado asimismo, como los medios y las redes sociales con toda su importancia,pueden verse también convertidos en una comunidad en círculo. En un chat que no necesariamente transciende más allá de sus propias fronteras, tal y como manifestaban algunos miembros de la comunidad juvenil egipcia estos últimos días en los medios de comunicación.

En Alejandría, segunda ciudad del país, eran aún recientes los últimos altercados que acabaron con la quema de la central de policía de la ciudad y provocaron un gran despliegue militar, numerosos heridos y según fuentes oficiales un muerto. Pero el domingo se respiraba una gran tranquilidad. Por la tarde, con dos tercios de los votos escrutados, el 65% del escrutinio era a favor del no. Lo anunciaba el periódico 'Ahram-online', faltaba por votar el barrio de Montassa un distrito popular a las afueras de la ciudad, lo que hacía pensar al redactor en un posible reverso en los resultados que alinearía la ciudad a la tendencia mayoritaria del país.

Todo era incierto hasta el último momento. Se sabía que las elites y los jóvenes, parte de las clases medias junto con la población copta, eran los más favorables al voto negativo muy presente en la ciudad que lideró importantes movilizaciones. Pero también que la fuerza de los Hermanos Musulmanes, los partidos tradicionales y las poblaciones más desfavorecidas a favor de un pronto restablecimiento del orden se abocarían en esta ciudad. Alejandría es la ciudad en la que tradicionalmente los movimientos islamistas tales como los Hermanos Musulmanes y salafistas defensores del sí han tenido la mayor presencia en el país.

En esta tesitura, los medios transmitían acusaciones por parte de organizaciones de derechos humanos a la campaña lanzada a favor del sí que, según ellos, trataban de deslegitimar a los negacionistas calificándolos de malos musulmanes y propagando al mismo tiempo el voto a favor en el mismo sentido religioso. Ciertamente, muchas de las personas que votaron en contra, además de la población copta, lo hacían entre otras razones, movidos por el hecho de que la demanda de cambio del artículo 2 de la Constitución, que califica el Islam como religión oficial del estado, no había sido tomada en cuenta. Y es esta una de las líneas rojas más importantes que ha movilizado en defensa de las enmiendas a todos los movimientos islamistas incluidos los movimientos salafistas, alejados de las manifestaciones políticas hasta ahora. Se trata de movimientos tales como los Hermanos Musulmanes perseguidos por el anterior régimen que muestran a la luz de la nueva realidad una gran diversidad de corrientes y debates en el interior de sus formaciones. Es así en el caso del renacido Grupo Islámico liderado por el recientemente liberado asesino de Sadat, cuyo futuro como partido político o movimiento está todavía por determinar.

Y en este contexto, Alejandría acabó votando en un 67% a favor del texto, pero un 33% en contra de las enmiendas la situaba en tercer lugar después de El Cairo con mayor voto negativo. Ambas ciudades se encontraban muy por debajo de la media nacional en la que un 77,2%, 14 de los 18 millones de egipcios que votaron lo hicieron a favor de la reforma. Y Alejandría lideró además, el mayor porcentaje de participación de Egipto con un 37%. Un millón y medio de alejandrinos votaron.

Este dinamismo y la importancia del voto negativo resultan datos altamente simbólicos y significativos. Podríamos hablar de una cierta excepción alejandrina, cuyas razones no se encuentran exclusivamente en los vínculos virtuales, sino que se comprueban básicamente en la calle, en la visión diaria de los acontecimientos en la ciudad que nos habla acerca de la importancia de los movimientos sociales para reinventarse a sí mismos en un espacio más libre. Después de las manifestaciones reivindicativas y a la espera de los proyectos de cooperación planeados generosamente por parte de instituciones europeas y internacionales, Alejandría ha sido las últimas semanas, un hervidero de actividades y de iniciativas autóctonas, muchas de ella en el entorno cultural, voluntarias, recreativas que han puesto palabras y han expresado las expectativas de apertura ofrecidas por la revolución. Algunas más relevantes que otras, pero todas ellas claros exponentes de un estado de ánimo y detonantes de un proceso de concienciación cívica colectiva importante.

Hasta tres conciertos por semana han llegado a organizar llenando el parque de Chalalad o las playas de la Corniche. Una marea de jóvenes amenizados por los grupos de moda, con mensajes y banderas, muchas banderas. Grupos de voluntarios han corrido con la organización de muchos de estos actos, y ello luciendo camisetas que rezan "El cambio empieza por ti". Y ahí ya la revolución se torna definitivamente transición posibilista. Pero el movimiento no se inventa, existía previamente. Artistas implicados en el cambio, antes de la revolución con proyectos como el film 'Microphone', que se estrenó hace unas semanas en la ciudad y que recientemente había sido galardonado en el festival de Cartago y del Cairo. Resulta este un film premonitorio de la revolución por su estética innovadora y la narrativa social que desprende. Este documento musical enmarca el trabajo de una nueva generación de artistas alejandrinos, grupos de raperos y de rock árabe como Soot Fel Zahma o Massar Egbari, el más popular de los grupos musicales alejandrinos, entre otros, resultado de una vitalidad latente en la cultura en la ciudad. Precisamente de este grupo alejandrino Massar Egbari es la canción 'Let's Dream' un proyecto conjunto con un grupo tunecino de lectura más que pertinente en estos momentos y que causa ahora furor en la ciudad. Artistas que organizan exposiciones en el Atelier, el Ateneo cultural de la ciudad que acoge talleres de pintura y música y que estos días ha mostrado el trabajo de fotógrafos amateurs de El Cairo y Alejandría visionando la revolución.

Y la misma ciudad que organizó hace una semana el Día del Turismo. Una manifestación cultural, que contó con la participación de cientos de personas, en la fortaleza de la ciudad y cuyo objetivo era promover el turismo. Obsesión de los egipcios que corre desbordante y paralela a la necesaria recuperación de la normalidad. Ocurrió, que no había ni un solo turista. Estábamos eso sí, los pocos residentes en la ciudad que mezclados con los cientos de alejandrinos presentes comprobamos una vez más, durante más de cinco horas, lo que podría estar detrás de este brindis al sol de la población alejandrina explicada y mostrada a ella misma: trajes regionales, danzas populares y por supuesto, música. Una muestra tan interesante como desesperada de la llamada imperiosa a la necesaria recuperación de la principal fuente de ingresos del país por parte de sus ciudadanos. Carmen se encuentra de crucero con sus amigos de Madrid por Luxor, me cuenta maravillas sobre precios e itinerarios idílicos.


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Sudáfrica, hay que estar agradecidos

Hay que estar agradecidos y no sólo por vivir en Sudáfrica. La naturaleza (así, con mayúscula) nos cuida. Pensemos unos instantes en lo sucedido en los recientes desastres padecidos en Japón y Nueva Zelanda. Las inundaciones en Australia, India y en países de Latinoamérica. Y no nos olvidemos del caos que ocasionó la ceniza volcánica proveniente de un volcán en Islandia...

Los terremotos no son cosa frecuente en Sudáfrica. En 1969 un fuerte temblor sísmico sacudió la provincia de Western Cape. Nada del otro mundo, 6,4 en la Escala Richter. Tan sólo siete personas murieron. La nota "positiva" fue que el terremoto dañó seriamente unos bellos edificios históricos y en consecuencia estos tuvieron que ser completamente restaurados, algo que sin duda agradecerán generaciones futuras.

De tarde en tarde tenemos algún que otro tornado. Los huracanes no son cosa nuestra. Nada de lluvias monzónicas. Afortunadamente tampoco ha habido que lamentar incendios devastadores en zonas densamente pobladas. Al no tener glaciares no sufrimos el doloroso espectáculo -e inexorable- de ver como estos van lentamente desapareciendo por culpa del maldito calentamiento global. Los tsunamis pertenecen a la ficción y por tanto nunca ha habido necesidad de evacuar a miles de personas por amenaza de gases tóxicos o radioactivos.

En los últimos 40 años el promedio anual de muertes debido a desastres naturales está alrededor de 60 casos. Muy bajo si lo comparamos con algo más de 900, la media mundial (si dividimos el número de muertes por número de países en el mundo).

De lo que si hay y de sobra es períodos -en ocasiones largos- de sequía, que se alternan con episodios de pavorosas tormentas de granizo. Cuando esto sucede las compañías de seguros y los granjeros tiemblan por igual. Por fortuna, en contadas ocasiones ha habido que lamentar desgracias humanas. Salimos casi siempre mejor que mal parados.

Pero en el fondo no hay motivo de queja. La naturaleza cuida de Sudáfrica. Tal y como dice la publicidad del folleto de la oficina de turismo, "South Africa, a world in one country" (Sudáfrica, un mundo en un país). Montañas espectaculares, desiertos para soñar, playas de fina arena blanca que parece no tengan fin. La savana, el rico paisaje del Karoo, con sus curiosas koppies (colinas). El bushveld, la típica savana africana, con sus acacias espinosas en medio de extensas praderas. El clima subtropical de KwaZulu Natal. Los mantos de impresionante vegetación de fynbos y proteas que cubren las laderas de los sistemas montañosos de la provincia de Western Cape. De tener, Sudáfrica hasta presume de ser casi el único lugar en toda África donde se puede esquiar: en lo alto de las montañas Drakensberg nieva todos los años de forma muy generosa.

Sumémosle a todo esto una fauna rica en diversidad y cantidad -pocos, muy pocos países africanos pueden compararse a Sudáfrica-. Y además atesora una apabullante riqueza en relación a recursos naturales.

En Sudáfrica casi siempre luce el sol. Para hacerse una idea, en Seattle les llueve una media de 300 días por año. En Sudáfrica ocurre prácticamente lo contrario. O dicho de otro modo; en Londres el sol brilla unas 3,5 horas al día y en cambio en Sudáfrica lo hace unas 8,5.

La cosa multicultural, la diversidad étnica, no es patrimonio de Sudáfrica. A fin de cuentas vivimos en un mundo muy globalizado y pocos son los países donde la sociedad tienda a la uniformidad homogénea (puede que en Kirguizistán, Uzbekistán, Corea del Norte...). Sudáfrica es -siempre, incluso en los años de Apartheid- tremendamente multirracial y multicultural. No es fácil gestionar una ciudadanía como la sudafricana, las diferencias socioeconómicas siguen siendo demasiado escandalosas, pero al lado de Europa o Estados Unidos, donde también se da el hecho multicultural, en Sudáfrica el fenómeno es mucho más rico en complejidad (y divertido). Sudáfrica es un verdadero melting pot, termino muy americano. Pero es que además es cuna de civilizaciones ancestrales antiquísimas. El melting pot, la olla donde ponemos un poco de todos nosotros, lleva millones de años cocinando a fuego lento. El guiso por fuerza tiene que resultar sabroso.

Uno se maravilla ante el alto número de sudafricanos (en proporción a otros países) que han logrado el Premio Nobel, han registrado el mayor número de patentes y han logrado el mayor número de gestas deportivas (no hace mucho cinco sudafricanos batieron el record de natación en la modalidad extreme (súper largas distancias).

Los sudafricanos tienen fama de ser gente amable, sonríen a todo el mundo y a todas horas, se saludan y saludan a los que no conocen. También en los ascensores. Los sudafricanos son muy generosos: están en segundo lugar en la lista de los de que más dan en pro de los más necesitados. Cuartos a nivel mundial en cuanto a tareas de voluntariado (Global Living: 'The Culture of Philantropy', informe de Barclays Wealth).

Y es que hay que estar agradecidos. Este es un país de gente muy afortunada (ya sé que no todo el mundo estará de acuerdo; que si el crimen, la pobreza, la corrupción... ¿y dónde en el mundo no ocurren esas cosas?).

A partir de ahora, gente de aquí o visitantes, cuando andéis por lo alto de la meseta del Drakensberg, ojo con las tormentas: si oís truenos, ¡a cubierto! En proporción, este el rincón del mundo donde más gente muere a causa de descargas eléctricas completamente "naturales"; 150 por año, en EE.UU. tan sólo se contabilizan unas 50 anuales.

Que más, que más... ¡a sí! Casi me olvida: la ruta vinícola más espectacular tiene lugar en Sudáfrica. Los caldos que salen de sus viñedos se codean con los mejores del mercado internacional. El país es tercero en el mundo en cuanto a calidad de aguas potables. Es el segundo mayor exportador de fruta del mundo. Es el único país del mundo en abandonar de manera voluntaria su programa nuclear (programa que puso en marcha gracias a la ayuda de Israel. Eran otros tiempos...).

Más datos (estos algo triviales): el mayor productor de nueces macadamia del mundo. El puente para practicar puenting está en Sudáfrica. El tercer cañón más largo del mundo, Blyde (y el Fish River Canyon es el segundo después del Gran Cañón del Colorado). El tren más lujoso del mundo, el Rovos Rail, es un ingenio sudafricano: te lleva, entre otros muchos lugares, a las famosas cataratas Victoria, que no son sudafricanas, pero casi: eso fue debido a un error de cálculo achacable a unos ingleses, que se le va a hacer.


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