El punto más débil de la CAM, su gran fragilidad financiera en la tormentosa situación que vive estos días, es que su financiación mayorista (el dinero que debe al por mayor, que no procede de los depósitos de sus clientes) alcanza prácticamente un tercio de su balance, supera ampliamente los 20.000 millones de euros”, sentencia el máximo responsable de una de las grandes entidades financieras españolas que ha tenido acceso a la escasa información que la entidad alicantina ha facilitado a Santander, BBVA, La Caixa, Pastor y Sabadell para ver si alguno de ellos tiene interés en comprarla. La dependencia de la CAM de la fluidez y la tranquilidad del sistema interbancario, de la confianza de sus pares, para seguir con su actividad y no sufrir tensiones de liquidez es extrema.
En el actual estado de sensibilidad sobre el estado de salud del sistema bancario europeo, Irlanda ha revisado al alza, 24.000 millones más, la suma de dinero que necesita su sector financiero y con Portugal manteniéndose a flote no se sabe cuánto tiempo, es peligroso tener que fiarlo todo a que el BCE siga echando una mano y que los grandes inversores no se pongan nerviosos.
Pese a todo, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, intenta transmitir que el Banco de España tiene la situación controlada. El regulador asegura que la CAM no tiene en la actualidad problemas de solvencia y se ha sometido a un saneamiento profundo durante los últimos dos años. Ahora espera la nueva auditoría para ver si los datos reales acompañan las cifras facilitadas por el presidente de la CAM, Modesto Crespo al solicitar los 2.800 millones del FROB, el fondo de capital público encargado de nacionalizar a las entidades con más dificultades para asegurar su solvencia futura.
La confianza de Ordóñez es relativa. El pasado otoño, cuando arrancó la crisis irlandesa parecía que iba a dejar a España al margen, pero al final acabó embistiéndola casi a la griega. El cordón umbilical de la crisis de la eurozona es la fusión entre la deuda pública y la bancaria. Los bancos, endeudados hasta las cejas con sus colegas del norte y el centro de Europa, no pueden cumplir sus compromisos, que son asumidos entonces por los Estados, lo que dispara el déficit y la deuda pública y provoca su insolvencia.
En este contexto, el fracaso del proyecto de integración de la CAMcon otras tres cajas, encabezadas por CajaAstur, ha sentado muy mal en los mercados. Especialmente porque su coste previsto ha superado los cálculos del Banco de España, lo que ha reforzado los argumentos de quienes piensan que los 15.000 millones de Ordóñez para todo el sector quedan muy por debajo de las necesidades reales.
Quizás por eso, el recurso al FROB, la entrada del capital público en la CAM, es la alternativa menos deseada. O a lo mejor porque el porcentaje de participación sería demasiado contundente (atendiendo a los cálculos más comunes que circulan por el sector, no menos del 80%) e implicaría la nacionalización prácticamente total de la que fue la cuarta caja española y representa el 4% de los activos totales del sector financiero del país.
En cualquier caso, tanto el Banco de España como el Gobierno, más precisamente Elena Salgado en el Ministerio de Economía, y Bernardino León, desde la Moncloa, buscan afanosamente caballeros blancos candidatos a adquirir la atribulada entidad. No le han hecho ascos a nadie, ni a los fondos soberanos del Golfo, pese a su cuestionada legitimidad política en estos tiempos de revueltas en el mundo árabe, ni a operadores más agresivos como los fondos anglosajones. Ahora parece que algunos inversores estadounidenses están estudiando el expediente de la caja alicantina.
En el caso del Banco de España, ya es conocida su actitud de animar, por emplear una expresión que se escucha estos días en los pasillos del sólido edificio de la calle de Alcalá, a la banca a dar un paso al frente y comprar al primer gran competidor del lado de las cajas de ahorros que ha caído claramente en la lona.
Pero los banqueros que han recibido de manos de los representantes de la CAM el esmirriado expediente con apenas cuatro datos, no saben a qué atenerse. “El Banco de España tampoco nos ha dicho exactamente qué piensa. Y desde luego, tal como hemos visto las cosas tras analizar los primeros números, si no hay garantías futuras, será muy difícil”, dice el presidente de una de las entidades que, sin embargo, reconoce que la operación puede ser interesante. Es decir, reclaman un “esquema de protección de activos” que el Banco de España ya ha hecho saber que no contempla para este caso.
La oportunidad tan esperada por la banca –merendarse a sus competidores de las cajas– tiene aquí su primer envite. Las apuestas están a favor de Botín, aunque es mejor no fiarse de sus declaraciones pasadas sobre el asunto; ya se sabe que el cántabro, en lo que a compras y ventas se refiere cambia de opinión con facilidad. “Cada día tiene su afán”, respondió con picardía en una ocasión a un periodista que le recordó que sus palabras pasadas eran contradichas por sus hechos presentes.
Absolutamente en fuera de juego en esta partida está ya la comunidad autónoma. la Generalitat valenciana de Francisco Camps, teórica tuteladora de los avatares de la CAM, pero que apenas aspira a sobrevivir a sus achaques financieros sin sucumbir la víspera de las elecciones del 22 de mayo. Sin capacidad para hacer frente a las facturas de sus proveedores, con el sistema sanitario convertido en una gigantesca alfombra / tapadera de pagos pendientes, y con su presidente tocado políticamente desde el frente judicial, el Govern valenciano ve con resignación como escapa la CAM de su control, un déjà vu de lo que ya sucedió con Bancaja, a la sombra de Caja Madrid.
La partitura final de la historia de la CAM como caja de ahorros valenciana se está acabando de escribir a varias manos en Frankfurt, Madrid y, en el caso ciertamente muy improbable de que algún catalán, La Caixa o el Sabadell, decidiera apostar alguna cosa en esta opereta, Barcelona. Camps y Modesto Crespo han ejecutado ya esta semana su intrascendente mutis de la escena. De consuelo le puede servir a Camps pensar que, con más o menos deshonor, otros presidentes autonómicos padecerán un tormento similar.
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